Juan Martín Díez fue ejecutado el 20 de agosto de 1825. Así se describe su final:
"Cuando se dio cuenta de que lo iban a subir por la escalera
del cadalso, dio tan fuerte golpe con las manos, que rompió las esposas. Se
tiró sobre el ayudante del batallón para arrancarle la espada, que llegó a
agarrar; pero no pudo quedarse con ella porque el ayudante no se intimidó y
supo resistir. Trató de escapar entonces en dirección a la Colegiata y se metió
entre las filas de los soldados. La confusión fue terrible. Tocaban los
tambores, corrían despavoridas las gentes sin armas y las autoridades; los
sacerdotes y el verdugo se quedaron como paralizados... Por fin, los
voluntarios realistas pudieron sujetarlo y lo colocaron en el mismo sitio donde
estaba cuando rompió las esposas, esto es, junto a la escalera de la horca...
Entonces, para evitar forcejeos y trabajos, se trajo una gruesa maroma y se ató
por medio del cuerpo y así se le subió hasta el punto donde tenía que hacer su
trabajo el ejecutor de la sentencia... Se dio la última orden y quedó colgado
con tanta violencia que una de las alpargatas fue a parar a doscientos pasos de
lejos, por encima de las gentes. Y se quedó al momento tan negro como un
carbón."
Sebastián Lazo, Memorias del Alcalde de Roa, Don Gregorio González Arranz, 1835
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