Entre las circunstancias del conflicto se halla la alianza entre España y Francia que se produjo al final del reinado de Carlos IV.
El contexto internacional está marcado por las guerras napoleónicas en Europa, la rivalidad entre Francia e Inglaterra. Desde 1806, para asfixiar la economía inglesa, Francia mantiene en Europa el bloqueo comercial a todos los productos británicos, pero Portugal, aliada tradicional de Inglaterra se había negado a acatar ese acuerdo.
El 10 de febrero de 1807 se firma el Tratado de Fontainebleau. Con este acuerdo pretendían ambas potencias, España y Francia, la invasión conjunta de Portugal. No era la primera vez que España se comprometía a dar su apoyo a Francia, pues en 1796 ya habían firmado ambas naciones el Tratado de San Ildefonso.
El Tratado establecía el permiso de paso, pero no sólo eso, sino que planteaba el reparto de Portugal, dividido su territorio en tres zonas. El norte se llamaría Reino de Lusitania y sería entregado a Carlos-Luis de Borbón Parma, sobrino de Fernando VII; el centro vendría a compensar la pérdida de Gibraltar y de la isla de Trinidad, posesiones inglesas; el sur se convertiría en el Principado de los Algarves, y quedaría en manos de Godoy. Las colonias inglesas se repartirían entre España y Francia, y las condiciones se recogerían en un acuerdo posterior.
En virtud de este Tratado comenzó la invasión de Portugal, en la que participaron también soldados españoles, y debido a esta invasión la familia real portuguesa tuvo que marchar a Brasil.
Por su parte, la familia real española marchó a Aranjuez, mientras el ejército napoleónico ocupaba estratégicamente algunas ciudades importantes en España.
Manuel Godoy, retrato de Agustin Esteve y Marqués
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